Una auditoria bajo el prisma de Visión Zero nos ayuda a evaluar la eficacia de nuestra actividad preventiva y por lo tanto a orientar la misma. Pero no es una auditoría al uso.
“Me gusta la orientación, pero ¿cómo lo aplico?» Este es el reto que muchos compañeros me han lanzado reiteradamente en diversos foros cuando he tenido la ocasión de plantear el enfoque «Visión Zero» como una de las mejores oportunidades para innovar aquí y ahora la prevención tradicional.
El desafío tiene miga. Desde el punto de vista de la coherencia, no es difícil conectar con una visión que promueve la gestión del compromiso como la vía para conseguir una seguridad y salud eficaz. Una visión que considera que lo inevitable no son los errores, sino sus consecuencias para la salud de las personas. Una visión, en fin, cuya clave de bóveda es el esfuerzo preventivo que una organización es capaz de mantener para que los buenos resultados en materia de seguridad no sean flor de un día.
¿Pero cómo medimos eso? La experiencia, la evidencia que vamos recogiendo en nuestros trabajos y en la literatura científica, nos dice que el esfuerzo preventivo eficaz es sin duda el que fomenta tres aspectos culturales clave: compromiso, aprendizaje y empoderamiento. El compromiso de la dirección como ‘gancho’ para dinamizar al conjunto de la organización. El aprendizaje como ‘desasosiego crónico’ compartido para mejorar. El empoderamiento como compromiso personal activo en el día a día.
Evaluar nuestro esfuerzo preventivo es medir la eficacia de las actividades preventivas que desempeñamos pasándolas por el filtro de estos tres aspectos clave. Auditar nuestra actividad preventiva para ver como responde a estos criterios.
Pongamos por ejemplo la formación: ¿la formación que impartimos genera compromiso: en la dirección, mandos y operadores? ¿la formación nos ayuda a aprender, está orientada a recoger información para mejorar? ¿la formación genera empoderamiento, las personas tienen capacidad y confianza para hacer siempre los trabajos seguros?
Del mismo modo podríamos evaluar el resto de la actividad preventiva: la información, la evaluación de riesgos, la vigilancia de la salud, la participación, la asignación de responsabilidades, etc.
Parafraseando el eslogan publicitario, la pregunta clave de una auditoría de esfuerzo preventivo sería: “¿cueces o enriqueces?». No se trata de verificar el cumplimiento de las normas, sino evaluar el valor añadido organizacional que genera la actividad preventiva.
Hemos dicho muchas veces que para nosotros la cultura preventiva es como el «caldo del estofado». Hoy estamos en condiciones de cocinar esa cultura en el caldo Visión Zero como garantía de efectividad. Y quién sabe, tal vez consigamos alguna estrella Michelin. No para nosotros, sino para las empresas que acepten el reto.