En nuestra experiencia nos encontramos con frecuencia que los objetivos que se manejan -y se valoran en las reuniones importantes- son demasiado genéricos y generalmente sólo referidos a resultados finales. Aluden, por ejemplo, a conseguir “0” accidentes, o a reducir en un porcentaje «X» los índices de frecuencia de siniestralidad.
Cuando llega el momento de valorar el cumplimiento de estos objetivos genéricos, el resultado puede ser algo frustrante: si no conseguimos alcanzarlos planea una sensación de fracaso que, no se corresponde con el esfuerzo realizado y, además, no da pistas para diseñar acciones de mejora. Las siguientes 8 claves ayudan a resolver esta frustración.
- REFLEXIÓN. La reflexión es necesaria. Repasar lo que ha ocurrido en el pasado, nos permitirá situar nuestro punto de partida. Deberíamos fijarnos no sólo en los accidentes ocurridos, también en los precursores (situaciones que aumentan la probabilidad de un accidente). Y no sólo en la formación, también en los aspectos organizativos y de comunicación.
- BRECHAS. Definir la situación que queremos alcanzar y la brecha que la separa de la situación actual para cada problema identificado. ¿Dónde estamos y dónde queremos estar? ¿Cuánto tiempo vamos a necesitar para llegar hasta dónde queremos?
- RESPONSABILIDADES. Cada objetivo conlleva asignar responsabilidades para lograrlo: ¿quién? Las responsabilidades deberían aludir a los diferentes estamentos de la empresa, no sólo trabajadores.
- TIEMPO. Estimar el tiempo que se necesitará para conseguir cada objetivo.
- SMART: Specific-Measurable-Achievable-Relevant-Time bound. Formular los objetivos con criterios SMART. En este enlace hay una aplicación práctica de estos criterios.
- COMPARTIR. Involucrar a las personas que están a pie de tajo. Pueden ayudar a identificar bien las necesidades de mejora y cómo alcanzarlas. La participación siempre es motivadora.
- LIDERAR. Involucrar a las personas de la dirección para que hagan suyos los objetivos y aporten los medios que están en su mano para alcanzarlos. Formular objetivos alineados con los intereses y valores de la dirección.
- EVALUAR. Hacer seguimiento y evaluar. Evaluar el progreso periódicamente, para verificar que se está en el camino correcto e identificar la necesidad de posibles ajustes. Al final del proceso, hacer una revisión profunda de los avances con las personas implicadas.
Según nuestra experiencia, marcar este tipo de objetivos, más tangibles y alcanzables, permiten medir la evolución de la eficacia de la gestión de la seguridad y salud dentro de una organización y se erigen como la clave para evitar frustraciones innecesarias.
Aquí puedes consultar un ejemplo de aplicación práctica con este enfoque.