Actualmente, evaluar o reevaluar los riesgos psicosociales es una de las actividades preventivas más frecuentes. La nueva realidad que vivimos nos ha cambiado algunos ejes en nuestra vida y como no podía ser de otra manera, también la forma de trabajar. Este nuevo paradigma nos lleva a entender la salud laboral, poniendo en el centro el bienestar psicosocial.
Los profesionales buscamos metodologías basadas en evidencia científica contrastada, realizamos procesos que recogen datos cuantitativos y cualitativos y generamos dinámicas participativas para promover un entorno favorable a la intervención.
Pero cuando llega el momento de la verdad, el momento de planificar las medidas, parece que el proceso pierde fuerza. Todas las evidencias disponibles indican acciones que a veces no están solo en nuestra mano y nos llevan a reducir nuestras posibilidades de influir en la toma de decisiones para eliminar o minimizar los riesgos que hemos identificado.
Para que el proceso de evaluación se acompañe de la intervención, nuestra experiencia nos dice que hay 3 reglas que siempre se deben cumplir:
1.- Que desde el inicio las cosas estén claras para la dirección y mandos intermedios.
Hacer una presentación del proyecto a la dirección, explicando qué son los riesgos psicosociales, centrándonos en relacionar las dimensiones de la organización del trabajo con la salud. Planteando ejemplos de intervenciones frente a los riesgos prioritarios… es una manera de preparar a la dirección para asumir y gestionar los cambios futuros.
2.- Que los representantes de los trabajadores y recursos humanos se impliquen.
Si existe representación de los trabajadores, deben estar presentes en todo el proceso. Y si no hay en la empresa, sería recomendable que una representación de los mismos estuviera. Buena parte de las intervenciones pueden impactar sobre el marco de las relaciones laborales, y los protagonistas en este ámbito deben tomar conciencia de que las decisiones que toman a través de la negociación colectiva tienen un impacto en salud demostrado.
3.- Que el plan de medidas sea flexible y operativo.
En la intervención psicosocial, la concreción de las medidas suele ser muy específica en función del colectivo o el ámbito de la empresa. Por ello, debemos pensar en un plan estratégico (grandes objetivos preventivos), pero que se acompaña de acciones que pueden ser muy diferentes en su aplicación. Por eso, integrar el plan de intervención en cada uno de los departamentos como instrumento de mejora psicosocial, es la mejor forma para conseguirlo. En definitiva, solo podemos conseguir una mejora de las condiciones de trabajo y su impacto psicosocial si lo incorporamos de manera transversal a la gestión y éste es un proceso que debemos construir desde el inicio.