Es absurdo pensar que, por el mero hecho de poner por escrito cómo debe llevarse a cabo una tarea de forma segura, ésta podrá realizarse realmente de forma segura todos los días bajo cualquier circunstancia, como si la realidad del trabajo fuese cada día exactamente la misma.
La brecha entre el trabajo prescrito y el trabajo real es una cuestión ampliamente abordada en el mundo de la prevención, pese a que sigamos anclados en un sistema basado en el control a través de los procedimientos.
Cuando se plantean alternativas para abordar esta brecha, como las propuestas de sustituir el “control basado en procedimientos” por una “adaptabilidad guiada del trabajo”, aparecen el miedo, la inseguridad y la desconfianza.
Al hablar de “adaptabilidad guiada” nos estamos refiriendo a fomentar la capacidad de adaptación de los trabajadores para que puedan tomar decisiones en el día a día, en lugar de fiarlo todo a una norma escrita que nunca podrá abarcar la infinidad de casuísticas que puedan darse en un puesto de trabajo.
Poner el foco en la capacidad de adaptación de los trabajadores nos hace sentirnos como si estuviéramos dejando al azar la posibilidad de que ocurra un accidente. Pero ¿acaso no estamos haciéndolo ya al creer que, a través de una norma escrita, los trabajadores podrán hacer frente de forma segura al 100% de situaciones que se encuentren? ¿Qué es más arriesgado el autoengaño de confiar plenamente en un procedimiento o la confianza en el compromiso de una organización preparada para tomar decisiones sobre la forma más segura de actuar en cada momento?
Quizás es hora de dejar atrás el “malo conocido” y darle una oportunidad al “bueno por conocer”.
Provan, D. J., Woods, D. D., Dekker, S. W., & Rae, A. J. (2020). Safety II professionals: How resilience engineering can transform safety practice. Reliability Engineering & System Safety, 195, 106740.