Si hay un tiempo para cada cosa, está claro que este es el tiempo de la mujer. La irrupción de la perspectiva de género ha supuesto una ola de cambio que ha ido atravesando la sociedad en todos sus niveles, y la gestión de la prevención no se ha escapado.
Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de perspectiva de género?
Si nos vamos a la definición legal del término, la perspectiva de género es la «consideración sistemática de las diferentes situaciones, condiciones, aspiraciones y necesidades de mujeres y hombres, incorporando objetivos y actuaciones específicas dirigidas a eliminar las desigualdades» (Ley 4/2005).
Esta definición hace referencia a dos de los pilares básicos en la gestión de la diversidad: las personas somos diferentes porque nacemos diferentes, y las personas somos desiguales porque la sociedad nos hace desiguales.
De manera sencilla, podemos decir que incorporar la perspectiva de género supone integrar las diferencias (biológicas) para eliminar las desigualdades (sociales).
Como ya te habrás dado cuenta, esto tiene especial relevancia en la gestión de la salud y la seguridad en el trabajo, ya que nuestras desigualdades sociales hacen que hombres y mujeres no estemos en los mismos puestos de trabajo, por lo que tampoco estamos expuestos a los mismos riesgos laborales. Además, nuestras diferencias a nivel biológico hacen que la exposición a estos riesgos nos afecte de forma diferente y tengan consecuencias diferentes para nuestra salud.
Hasta ahora siempre hemos visto el mundo laboral desde una óptica principalmente masculina, en muchos casos porque las mujeres no estaban presentes en los espacios en los que se tomaban las decisiones (¿cuántas mujeres participan en órganos de representación?) y porque los estándares con los que nos comparábamos siempre eran masculinos. Así, hemos asumido que cuando algo es seguro para un hombre, lo será también para una mujer, y hemos dejado en segundo lugar aquellos riesgos que sistemáticamente han afectado más a las mujeres (TME, Psicosociales, etc.) por considerarlos menos graves o más livianos.
Por suerte se anuncian vientos de cambio, y cada vez más personas entienden la importancia de graduar correctamente el cristal a través del cual miramos el mundo, integrando la perspectiva de género y poniéndonos las ya archiconocidas gafas violetas.
2 comentarios en “Graduarnos la vista en color violeta para integrar la perspectiva de género en la prevención”
No solo hay que igualar los puestos en los que hay menos representación de la mujer por arriba, sino también por abajo, mas mujeres en obra, en la mina, en sector metal, en trabajos penosos en general.
La ley de prevención establece límites en manipulación manual de cargas que se pueden reducir con medidas técnicas y organizativas.
Hay que empezar antes de que nazcan nuestros hijos. Hay que desmontar los estereotipos de género desde el inicio, desde la primera infancia. Es la única forma de que se pueda llegar a la corresponsabilidad en los hogares, y permitir que las mujeres puedan llegar al ámbito laboral en igualdad de condiciones.