Años 70 del siglo pasado. Daniel Kahneman y Amos Tversky descubren, en sus míticos estudios sobre cognición, que las personas seguimos irremediablemente una serie de patrones irracionales a la hora de tomar decisiones y emitir juicios. Sus estudios tuvieron tanto impacto que los convirtieron en los primeros psicólogos en ganar el premio Nobel… ¡de Economía!
Uno de estos patrones irracionales es lo que se denomina el sesgo de anclaje, que describe cómo dependemos de la primera información que recibimos a la hora de tomar una decisión o formarnos una opinión. Como no podemos analizar toda la información a nuestra disposición para cada pequeña decisión que tomamos, nos “anclamos” sistemáticamente a nuestro primer punto de referencia y construimos sobre él nuestra realidad.
Vale, hagamos ahora un ejercicio: si tuvieses que hacer un resumen de los resultados en seguridad de tu organización, ¿cuál sería tu ancla?
Probablemente los primeros datos que te vengan a la cabeza tengan que ver con lesiones, absentismo, siniestralidad y otras cuestiones relacionadas con el daño a la salud. Es decir, la primera referencia (nuestro “ancla”) suele centrarse en aquello que ha salido mal.
Pensemos un poco más y tratemos de hacernos otras preguntas. Estos datos ¿representan la realidad de la gestión y el trabajo que hacemos en seguridad? ¿podemos basar nuestro juicio únicamente en los eventos negativos? ¿cómo podremos anticiparnos a los problemas si solo medimos el pasado?
No cabe duda de que es necesario medir lo que va mal. Pero existen muchas otras alternativas y complementos a los tradicionales “indicadores reactivos” que nos pueden ayudar no solo a tener una imagen más completa de nuestra gestión, sino a movilizar, crear cultura y orientarnos a la mejora. Es lo que nos permite ser proactivos. En esta entrada te explicamos más sobre Indicadores Positivos de Esfuerzo Preventivo y cómo pueden ayudarte.
Quizás sea momento de levar anclas.