¿Dedicas muchos esfuerzos a la prevención, pero la primera línea luego no acompaña? Te contamos 5 ideas
La participación y el empoderamiento son claves para conseguir una cultura preventiva de tipo generativo en la que trabajar y trabajar con seguridad sean sinónimos.
La prevención no solo es gestión, es sobre todo llevar al terreno una forma de hacer las cosas en las que la seguridad esté integrada en todas y cada una de las acciones cotidianas.
Una buena estrategia para ello es convertir la formación en una oportunidad para implicar, empoderar, participar, aprender y sobre todo motivar a la primera línia. Y para ello hay que ir un poco más allá de los estándares formales que marca la LPRL en su artículo 19.
Te proponemos algunas ideas:
- Utiliza la metodología de la formación-acción.
Esta metodología formativa persigue promover la autorreflexión, motivar, escuchar, recoger propuestas, experimentar y llevarlas al terreno. Las sesiones de formación tienen que forzar a la aplicación práctica de lo aprendido y compartir el resultado de la práctica de nuevo en el aula. De esta forma, los participantes toman conciencia de la importancia de elegir la opción más segura en cada situación y se les da el poder de gobernar su propia seguridad. - Consigue un buen espónsor.
La formación debe ser percibida como una actividad apoyada por la dirección y sobre por toda la cadena de mando. Los mandos deben mostrar interés en las actividades de aplicación práctica en el puesto de trabajo y bridar su apoyo para conseguir los mejores resultados. Es una buena oportunidad para aprender todos. - Convierte la formación en experiencia.
No utilices ejemplos o materiales ajenos. Céntrate en la realidad del puesto de trabajo. Pregunta, pide ejemplos, prueba y experimenta. Que hablamos de riesgos, pues que revisen su evaluación y comprueben si son todos los que son o falta alguno. Que hablamos de cosas que nos preocupan, que rellenen un comunicado de riesgo y les explicamos el circuito que sigue. Y así con todo. - Desarrolla la toma de conciencia.
Plantea situaciones y genera debates en los equipos. Discutir y pensar sobre una situación nos hace ser conscientes de los riesgos y nos ayuda a elegir la opción segura en todos los casos. Tenemos que sentirnos empoderados para ser dueños de estas situaciones, poder gestionarlas ya tomar las decisiones correctas. También nos ayuda a aprender a levantar la mano y ser proactivos en la notificación y el aprendizaje. - Cierra el programa con el broche de oro.
Durante estas sesiones de formación, estamos apelando a su conocimiento derivado de la experiencia y sobre todo a su implicación. Esto tiene camino de ida y vuelta por ello, la final del programa se debe recoger todo ese conocimiento y la dirección debería escuchar de primera mano las reflexiones para que los participantes puedan obtener el feedback de la dirección sobre sus propuestas.
Hemos podido comprobar que con estas dinámicas, conseguimos que las evaluaciones de riesgos sean más útiles, que los comunicados de riesgos y propuestas de mejora se multipliquen, que la distancia entre el trabajo prescrito y el trabajo real se acorte, que las conversaciones sobre seguridad se conviertan en habituales y que tanto los técnicos de prevención como la cadena de mando reciban el apoyo en la implementación de medidas preventivas y en el cumplimiento de las mismas, acercándonos a eso de que la SEGURIDAD SOMOS TODOS.
Sin duda, nuestra experiencia es que se consigue empoderar y generar una actitud proactiva, potenciando los esfuerzos en seguridad para que se conviertan en una realidad en todos y cada uno de los puestos.
Y tú ¿cuándo lo vas a probar? Si necesitas más información, estaremos encantados de ayudarte a evolucionar tu formación a otro nivel.