Hace unos días cayó en mis manos el trabajo de Bruna Garreta y aunque no se centraba en temas de prevención de riesgos laborales, me ayudó mucho a reflexionar en relación con nuestra profesión. Bruna, es una técnica de género que ha investigado la historia de la moda y el diseño de ropa con perspectiva de género.
Como os digo, en su análisis de la moda, tuvo un pequeño espacio también para la ropa de trabajo. Su trabajo de bucear en la historia, para mí ha sido una excelente herramienta para reflexionar sobre la invisibilidad de la perspectiva de género en el diseño y la confección de la ropa de trabajo. Aquí os cuento las conclusiones que alcanzó en su investigación que, a mi parecer, son las más interesantes:
- Constató que, a pesar de que la mayoría de la ropa ha sido confeccionada por mujeres, el sector de la moda ha estado dominado por empresarios y el reconocimiento público de los méritos en este trabajo se ha otorgado mayoritariamente a hombres diseñadores.
- Confirmó que las primeras prendas destinadas al trabajo de la mujer eran exclusivas del ámbito doméstico (por ejemplo, el delantal), y consistían en prendas necesarias para realizar las tareas de cuidados, que son las que correspondían al rol que se asignaba a las mujeres.
- Descubrió que Coco Chanel fue la primera diseñadora que reconoció públicamente la necesidad de impulsar la moda laboral femenina, pero que no tuvo mucho éxito. El mercado de la ropa, como cualquier otro sector, se interesa por la rentabilidad y, para las direcciones masculinas, esta propuesta de moda laboral femenina no era un tema de interés.
Nosotros, los prevencionistas, sabemos que para que el diseño de la ropa de trabajo no suele tenerse en cuenta la perspectiva de género (ni lo que nos hace desiguales ni lo que nos hace diferentes). A pesar de que el marco normativo en prevención prevé que “los equipos de trabajo y de protección deben tener en cuenta las condiciones anatómicas y fisiológicas de las personas que los utilizan” esto de manera habitual no se cumple.
Como máximo y en el mejor de los casos, hemos conseguido tener pantalones o chaquetas con patronaje para hombre diferenciado del de mujer incluyendo, por ejemplo, en el modelo femenino la forma de cadera, la cintura más estrecha, pinzas en el pecho o hombros menos amplios, pero ¿Esto en realidad es integrar la perspectiva de género en el diseño de la ropa de trabajo?
Un ejemplo para entender lo que es integrar la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales
Es la historia de dos ganaderas de una granja de cerdos, en la provincia de Lleida. Como es habitual en su sector, trabajan normalmente con una “rana” o mono de trabajo carente de forma, vamos como “saco de patatas” igual que todos los monos de trabajo. Tanta holgura en abdomen, entrepierna y piernas y las posturas que hay que adoptar en las labores ganaderas les han provocado más de un susto que podía haber acabado en una lesión. A eso se le añade la incomodad adicional de necesitar quitárselo al completo para ir al baño, haciéndolas sentir desnudas, ridículas e inseguras en semejante situación.
Durante la pandemia, se decidieron a diseñar una “rana” de trabajo para mujeres ganaderas que no solo tuviera en cuenta las diferencias, sino que realmente incorporara la perspectiva de género de una manera más integral. ¿cómo lo hicieron?
- Tuvieron en cuenta las diferencias anatómicas:
Diseñaron un patrón que se adaptaba a las formas femeninas, evitando así el efecto “saco de patatas”. La solución fue una goma a la cintura que se ajusta a las diferentes tipologías femeninas y que permite ajustar el tiro del pantalón. El efecto es más comodidad y más seguridad evitando así generar riesgos a la movilidad.
También tuvieron en cuenta la forma de las piernas, para incorporar en el tobillo una goma que permitiera colocarse las botas sin necesidad de agacharse. - Tuvieron en cuenta las diferencias fisiológicas:
El modelo integraba una cremallera horizontal entre la cintura y las caderas que permitía bajar toda la parte del pantalón (y no solo la bragueta como para los hombres) para permitir la micción y el uso de la copa menstrual sin tener que desnudarte. - Tuvieron en cuenta el género y cómo influye la cosificación:
El diseño tuvo en cuenta la cosificación como dimensión del acoso ambiental: Jugando con la combinación de dos colores, resaltando así los puntos estratégicos (cuello, puños y cintura) para poner el foco en la seguridad y evitar al mismo tiempo la atención hacia el culo y los senos. - Tuvieron en cuenta las necesidades socialmente aprendidas:
Los hábitos y la forma de usar la ropa de hombres y mujeres también son diferentes. En este caso, el tipo de tejido se ha cambiado por uno agradable y suave a diferencia de las ranas de ganadería habituales que son ásperas y duras. El objetivo es permitir en verano que puedas llevar puesta la ropa de trabajo directamente sobre la ropa interior y sentirte protegida y segura
Estas dos ganaderas, con su experiencia y su proyecto, nos han demostrado que, efectivamente, Integrar la perspectiva de género es algo más que tener en cuenta las diferencias (sexo). Integrar la perspectiva de género consiste en tener en cuenta también lo que nos hace desiguales (género), valorando de forma integral cómo nos exponemos y cómo nos impactan las condiciones de trabajo.
Y trasladando esto a la práctica preventiva, ahora que sabemos que integrar la perspectiva de género es algo más que tener en cuenta las diferencias por sexo (que no es solo presentar los datos desagregados por sexo)… ¿cómo puedes conseguir que tu práctica integre en la identificación, valoración y prevención de los riesgos la perspectiva de género?
En i+3 hemos reflexionado sobre ello, y hemos elaborado para Foment del Treball, una guía para prevencionistas que te puede ayudar a comenzar esta reflexión.
¿Quieres saber más sobre como integrar la perspectiva de género en prevención de riesgos laborales? Escríbenos y te ayudamos.