Durante estos meses no sólo hemos tenido que enfrentarnos al riesgo de contagio. El confinamiento ha impactado también en nuestra esfera emocional. Miedo al contagio, incertidumbres por el futuro, duelo por las pérdidas de seres queridos… por no hablar de quienes han sufrido ellos mismos la enfermedad. Los efectos de este malestar emocional posiblemente perdurarán en el medio y largo plazo y podrán incluir episodios de estrés post-traumático, estados de depresión o agravamiento de problemas previos. Estamos avisados de una posible nueva oleada de contagios y la desescalada va a poner a prueba en los centros de trabajo la efectividad de las medidas preventivas que se implanten. A la vez, la inevitable crisis económica añadirá un peso enorme de incertidumbre.
En este contexto, organizar la vuelta al trabajo atendiendo a las condiciones emocionales de los trabajadores no es sólo una opción saludable más o menos genérica, es una necesidad para la sostenibilidad de los negocios. Los prevencionistas ya conocemos las claves para manejar los condicionantes psicosociales del trabajo y además hemos aprendido mucho y rápido durante esta pandemia; estamos en condiciones de proponer una estrategia que ponga en el centro el bienestar de las personas y contribuir a que se desarrolle adecuadamente.
Las instituciones internacionales y nacionales alertan sobre la necesidad de asegurar un retorno saludable al trabajo y dan pistas para atender a los determinantes del bienestar emocional, más allá de las imprescindibles medidas de protección frente al coronavirus. Cuatro aspectos parecen claves:
- LIDERAZGO: una apuesta nítida de la dirección y de toda la cadena de mando por el bienestar de las personas, con un estilo de mando coherente y una atención sistemática al estado de ánimo de la gente.
- COMUNICACIÓN: una comunicación honesta y transparente sobre las dificultades y las expectativas de empleo para reducir las incertidumbres, con una exquisita sensibilidad por las preocupaciones y propuestas de abajo arriba.
- APOYO SOCIAL: una gestión de personas que promueva el apoyo, la colaboración y el sentimiento de grupo, con una atención sistemática al estado de ánimo de cada cual y ofreciendo cuidado específico, en lo personal o en lo laboral, para quienes lo necesitan.
- EMPODERAMIENTO: la capacitación y motivación de los trabajadores va a ser determinante en un momento en que el éxito colectivo, tanto en el ámbito de la salud como en el de la economía, va a depender de la responsabilidad de cada cual; un clima de confianza e implicación es requisito esencial para una estrategia que haga compatible la productividad y el bienestar.
I+3 ha colaborado con el Instituto Andaluz de Prevención de Riesgos Laborales en la publicación de una guia que recoge estos supuestos y propone pautas y herramientas operativas que esperamos sean útiles para abordar la vuelta al trabajo.
Guía para un retorno saludable al trabajo tras la COVID-19.