El Día de la Seguridad, es una oportunidad de oro para generar cultura preventiva.
El 28 de abril es, para los prevencionistas y responsables de la seguridad y la salud en el trabajo, mucho más que un día de celebración sin más.
Es una oportunidad de comunicación, de sensibilización, de toma de conciencia que, si la tenemos, no debemos desaprovechar.
No importa qué día se conmemore, ni cómo se celebre, pero sí contar con algún momento durante el año para volver a ‘parar, pensar y…’ tomar conciencia sobre el punto en que se se encuentra la empresa en términos de cultura preventiva.
Es un día especial para volver a recordar cuán importante es la seguridad y salud en nuestra organización y escenificarlo, hacerlo visible en la empresa, para bien de todos.
La clave para que este día sea un éxito, está en la definición de sus objetivos. ¿Por qué celebrar un Safety Day? ¿Para qué? ¿Con qué fin?
Sólo si somos capaces de dar respuesta a estas preguntas tendrá sentido celebrarlo o simplemente conmemorarlo (para los menos festivos).
¿Qué objetivos nos mueven a ello?
Esto depende, siempre, de cada empresa u organización.
Entre las posibles razones para celebrar un Safety Day se nos antojan los siguientes: hacer visible el compromiso de la compañía con la seguridad; recompensar el esfuerzo; reforzar mensajes clave; reflexionar sobre riesgos concretos; capacitar; entrenar, … e, incluso en alguna ocasión más de varios objetivos a la vez.
Resulta de vital importancia que los objetivos que nos marquemos sean, siempre, coherentes con la situación y el momento de cada empresa pues ¡mucho ojo!, con cada acción nos jugamos nuestra credibilidad.
Sólo una vez que los objetivos estén bien definidos, podemos empezar a diseñar nuestro Día de la Seguridad y Salud.
Y para que éste resulte exitoso, hemos de tener en cuenta algunas claves:
- Participación. Las personas, las auténticas protagonistas. Cualquier momento es perfecto para fomentar la interacción entre personas, posiciones, departamentos, etc.
- Acción. Favorecer la interacción. No somos elementos pasivos, hemos de fomentar la acción: hacer ‘hacer cosas’ y evitar discursos eternos, sesiones de formación intensas, presentaciones de resultados que solo entendemos “los de prevención”, y cosas por el estilo.
- Lúdico. Se puede hablar, reflexionar, capacitar y formar, pero mejor si lo hacemos de forma amena y divertida. ¿A quién no le gusta jugar, aunque sea al mus?
- Innovador. Es el día para hacer las cosas de otra forma. Busquemos lo novedoso, lo diferente, lo extraordinario. Salgamos de lo cotidiano, de la monotonía. También la cultura preventiva puede verse desde nuevas ópticas.
- Memorable. Si logramos cumplir las premisas anteriores, lograremos alcanzar la notoriedad y ser recordados durante bastante tiempo. Las personas deben llevarse un buen sabor de boca y no olvidar su participación en el Safety Day.
Desde nuestra experiencia, estamos convencidos de que, si somos ortodoxos con estos sencillos pasos y los convertimos en metodología, los resultados resultarán más que satisfactorios para todos.
¿Te animas a pensar en tu próximo Safety Day?