Aunque los nuevos enfoques que tratan de promover una seguridad diferente se conocen formalmente como Ingeniería de Resiliencia o Safety-II, Sydney Dekker en su libro The Safety Anarchist, se ha referido a ellos de manera provocativa como “el anarquista de la seguridad”, dada la tendencia a minimizar las normas y poner la seguridad en manos de los trabajadores, marginando el control técnico de los riesgos en beneficio de “trabajar de manera segura”.
Más allá de términos anecdóticos, en realidad esta nueva visión propone algunas aportaciones que merecen ser tenidas en cuenta, al menos por lo que tienen de estímulo para la reflexión. Citamos algunas.
La seguridad es la presencia de aspectos positivos, no la ausencia de aspectos negativos. El reverso o la cruz de esta afirmación es que la ausencia de incidentes o de accidentes no indica efectividad de la seguridad. Es una llamada al esfuerzo preventivo continuado como garantía de seguridad y, a la vez, un reconocimiento de un hecho incuestionable: la gente genera éxitos con mucha frecuencia de lo que se ve envuelta en fracasos.
Las personas son una fuente de innovación y conocimiento. La seguridad es la resultante de la capacidad de adaptación a los continuos cambios que se producen en el trabajo. Más que fiar el trabajo seguro a los procedimientos hay que empoderar a los trabajadores para que sean capaces de ser resilientes al cambio, teniendo siempre presente la diferencia entre el trabajo previsto y el trabajo real.
La seguridad como responsabilidad ética no burocrática, la seguridad basada en promover relaciones más que en prescripciones, reducir la complejidad de la gestión de la prevención, centrarse en la cultura organizacional más que en la cultura de la seguridad, estos son otros de los principios de una seguridad diferente que incitan a repensar la salud y seguridad.
El auge de esta nueva visión viene a salir al paso de la frustración que generan en sectores profesionales prácticas poco éticas del tipo de desatención a la notificación e investigación de incidentes, manipulación de informes para suavizar la gravedad y dar buena imagen, evaluaciones de riesgo genéricas, fraudes en la certificación de asistencia a la formación, subcontratación de trabajos de riesgo para evitar responsabilidades legales, no adoptar medidas correctoras apropiadas cuando se identifica un peligro, etc. La apreciación es de Cooper MD que afirma que este lado oscuro de la salud y seguridad desincentiva la implicación de los trabajadores y crea un vacío ético en la prevención.