Queremos el compromiso de todos los trabajadores
El compromiso compartido de los trabajadores por la seguridad es característica de una cultura preventiva avanzada. Funciona cuando éstos se perciben vinculados con lo que se hace en seguridad, embarcados en la misma visión y colectivamente implicados.
¿A que suena bien?
Los síntomas del compromiso colectivo son fácilmente visibles (si se buscan) en aspectos como:
- Las personas hablan entre sí de seguridad. Aprovechan todas las ocasiones para hacerlo y además les gusta (cuando trabajamos la fase cualitativa de nuestros diagnósticos de cultura preventiva, nos dicen muchas veces cosas del tipo “qué buena esta conversación, qué de ideas han salido, deberíamos hacerlo más aquí”).
- Piensan individualmente sobre los problemas y comparten con el resto sus ideas y posibles soluciones.
- Se preocupan unos de otros, están disponibles y se ayudan para realizar las tareas de forma segura
- Acogen bien a las personas nuevas, como compañeros y compañeras a los que apoyar y dar ejemplo
Observamos que, sin embargo, es frecuente que el enfoque de las actividades preventivas y su gestión se haga sobre las personas, pero solo tomadas individualmente, algo que no permite aprovechar el saber colectivo. Veamos algunos síntomas frecuentes:
- El foco es controlar lo que hacen las personas, pues son la fuente de los problemas. Y para controlar, tendemos a “híper-procedimentar”, hay que dejárselo todo bien atado, decirles lo que tienen que hacer en todo momento. El problema es que esto no funciona bien, la realidad se impone con su variabilidad constante y los procedimientos no funcionan bien.
- Las fórmulas de comunicación de problemas o sugerencias son individuales e, incluso, cuando se pregunta en foros colectivos se alude al individuo: “¿Alguien tiene alguna propuesta?”. Estas fórmulas alimentan los argumentos para rechazar las estrategias de participación (“si es que cada uno tiene una idea distinta”), como algo negativo, sin reconocer la riqueza potencial que esto significa.
- Las investigaciones de accidentes terminan frecuentemente señalando a la persona accidentada como la causa principal. El trabajador, además, quizás no dice “la verdad”.
- En las investigaciones de accidentes o incidentes se contacta con persona accidentada, y como mucho un “testigo” que de fe de lo ocurrido, cuando seguramente las personas que comparten riesgos y tareas tienen mucho que decir, no solo como testigos.
- La formación, incluso cuando es colectiva, en el aula, no deja mucho espacio para la discusión y el aprendizaje colectivo. Los trabajadores son espectadores más que protagonistas.
- Lo mismo pasa con las evaluaciones de riesgo, o las inspecciones, se hacen para los trabajadores, “pero sin los trabajadores”.
Desconfianza, incertidumbre y tradición
Un aspecto común de estas prácticas es en esencia la desconfianza en las capacidades de los trabajadores para reflexionar, aportar y decidir. Asignamos la capacidad de “pensar” a las instancias técnicas sin considerar que la prevención es más que lo “técnico” y que la experiencia de vivir las condiciones de trabajo aporta un conocimiento que tiene una potencialidad enorme, que acabamos desechando antes de conocerla en profundidad (quizás con un punto de falta de humildad).
También hay incertidumbre, casi miedo a perder el control si se establecen procesos colectivos participativos; de nuevo desconfianza hacia la sensatez colectiva de los trabajadores y su capacidad para alcanzar un consenso que funcione.
La desconfianza y la incertidumbre son frenos a la mejora en prevención, se desperdicia un potencial que está ahí, e impiden que nos salgamos de los caminos tradicionales y encontremos nuevas estrategias de mejora.
“Las personas son la solución” en Cultura preventiva. Cómo abordarlo
Algunas pistas para avanzar:
- La participación, además de una condición de éxito para idear mejoras eficaces es una condición para motivar.
- Explora fórmulas deliberativas con los trabajadores. Abre la posibilidad a nuevos inputs de una manera nueva, pasando de la pregunta individual (¿“tienes algo”?) a la colectiva, orientada a aprender.
- Empieza en forma “piloto”, en un entorno controlado, seleccionando un problema a solucionar concreto (un procedimiento, una situación ergonómica) y un grupo de personas que compartan el mimo problema y una actitud colaborativa y creativa.
- Cuida los procesos de reflexión colectiva, priorizando la implantación de las ideas de mejora. Que se cierre el círculo.
- Crea espacios para compartir en las sesiones de formación, con metodologías interactivas. Aprendamos también el personal técnico en estas actividades.
- Prepara instrumentos prácticos que faciliten la participación, como fórmulas de consenso y de priorización.
Hemos tenido la suerte de poder ayudar a llevar el terreno procedimientos participativos en diferentes entornos como estos:
- Puedes acceder a experiencias relativas a los círculos de salud como esta para cuestiones ergonómicas, en una empresa grande y en una pequeña, poniendo en práctica nuestra propuesta de Círculos de Salud.
- Otro ejemplo que funciona muy bien es la revisión participativa de procedimientos de seguridad. Es una manera de perfeccionarlos, hacerlos más efectivos y motivar para su cumplimiento. Aquí tienes más información.
Si te animas a explorar este enfoque, no dudes en llamarnos o escribirnos.