En un texto que cayó en nuestras manos hace unos días, los trabajadores de una empresa comparaban al responsable de seguridad y salud con la gigantesca muñeca de la famosa serie “el juego del calamar” (¡atención spoiler!), que busca con la mirada a quienes se mueven en el juego del “escondite inglés” (“luz roja, luz verde”, según la serie), fulminándolos en el acto.
Sin ser tan dramáticos con las consecuencias, esta comparación es bastante entendible por el hecho de que muchas empresas atribuyen un rol de policía a los responsables de seguridad y salud y también porque a veces éste sea asumido como algo natural por los propios responsables.
Decía J. B. Malchaire que el prevencionista tiene que convertirse “en el ‘motor’ que pone en marcha los procesos, suministra combustible (método) y mantiene el movimiento, venciendo la inercia y las fuerzas de fricción.”[1]
Pero este “motor” no puede funcionar en base a una gestión policial, sino más bien en base a una relación de confianza donde las partes cooperen entre sí para alcanzar un objetivo común.
Este rol y enfoque integrador se traduce en la necesidad de desarrollar de una serie de competencias que le permitan reivindicar la seguridad y la salud empleando la política de la organización. Es lo que llamamos un agente político. Una persona que sabe negociar y comprometer a los decisores en orden a promover su interés por crear y mantener empleos saludables[2].
Y ser un agente político se concreta en:
Saber asesorar, para comprender y dar respuestas adecuadas a las demandas específicas de la empresa, proponiendo soluciones efectivas a los problemas concretos.
Ser formadores, para capacitar a quienes tienen que ser los agentes activos del cambio (responsables, supervisores, delegados, técnicos) e introducir el concepto de aprendizaje organizacional.
Ser facilitadores, para establecer relaciones e implicar a los distintos agentes de la empresa, tomando en consideración sus diferentes perspectivas, mediando en las situaciones conflictivas y promoviendo alianzas favorables a la prevención. Como la propia palabra indica, tenemos que facilitar las cosas para que los cambios se puedan producir.
Saber comunicar, para difundir las informaciones que sensibilicen al conjunto de la organización sobre los objetivos y la necesidad del cambio.
¿Prefieres jugar con tus trabajadores al escondite inglés o prefieres ser el motor del cambio en tu empresa?
[1] Malchaire JB. The SOBANE risk management strategy and the Déparis method for the participatory screening of the risks. Int Arch Occup Environ Health. 2004; 77:443-450
[2] Broberg O, Hermund I. The OHS consultant as ‘political reflective navigator’ in technological change processes. Int J Ind Ergonomics. 2004;33(4):315-26.