Todos hemos oído, y estaremos de acuerdo con la idea, que vivimos en una sociedad tremendamente interconectada, para lo bueno y para lo malo.
Nuestro día a día depende de lo que hacemos directamente pero también nos influye sobremanera el que, por ejemplo, un barco se atasque en el canal de Suez o un volcán entre en erupción a 3000 km de distancia.
¿Recuerdas esas situaciones y cómo te afectaron?
A menudo pensamos en nuestro día a día con un enfoque lineal. “Al salir del trabajo iré a comprar al supermercado, desde ahí tardo diez minutos en llegar al colegio de mis hijos, etc.”, pero no tenemos en cuenta, a la hora de gestionar los tiempos, que hoy es el día sin IVA en el súper por lo que hay más cola, ha llovido y hay más coches, hay una obra que supone dar un rodeo… El resultado son niños enfadados porque has llegado media hora tarde cuando en tu procedimiento llegabas puntual.
Una buena parte de la seguridad y salud hoy en día se sigue gestionado desde ese enfoque lineal cuando todos tenemos claro que las cosas no son lineales. Seguimos enfocando la gestión en la existencia de posibles errores individuales, pero no tenemos en cuenta que los problemas son el resultado de múltiples factores interconectados.
Por ello es necesario que cambiemos nuestra manera lineal de ver las cosas hacia un enfoque sistémico, en el que debemos tratar de abordar la seguridad desde una perspectiva global, considerando tanto los aspectos técnicos como los factores humanos y organizacionales que influyen en los resultados de seguridad y salud, así como sus interconexiones.
Por supuesto que este no es un camino fácil: al principio nos costará más trabajo pues tendremos que trabajar con muchos más datos y variables. Tendremos que tener en cuenta, por ejemplo, las necesidades productivas (por ese problema tan habitual de la sobreproducción a determinadas horas o en algunas épocas).
También será necesaria una inversión inicial, no sólo económica sino también de dedicación que no se verá recompensada sino a largo plazo y, por supuesto, deberemos vencer esa resistencia al cambio tan habitual en nuestras organizaciones y quienes formamos parte de ellas.
Pero no todo son malas noticias. Cambiar el enfoque nos ayudará a que nuestro trabajo como prevencionistas sea más eficaz pues conseguiremos:
- Reducir los errores y los fallos. Al abordar la seguridad de manera integrada es mucho más sencillo detectar las posibilidades de error antes de que se produzcan pues, como todos sabemos, esos problemas suelen ser fruto de varias causas interrelacionadas.
- Detectar riesgos complejos. Hay riesgos evidentes como las caídas a distinto nivel que son detectables fácilmente con un enfoque lineal pero, por ejemplo, la fatiga o la presión productiva son prácticamente indetectables desde ese enfoque y sí con un enfoque sistémico.
- Proactividad. Al aplicar principios de mejora continua podremos responder y adaptarnos más fácilmente al entorno cambiante en el que nos movemos.
- Resiliencia organizacional. Con este enfoque nuestra entidad tendrá una mayor capacidad para mantener la producción aún en entornos cambiantes y frente a posibles perturbaciones.
Existen numerosas evidencias científicas sobre la efectividad del enfoque sistémico en seguridad y salud, pero probablemente la más clara sea, aunque no sea científica, que has ido afirmando con la cabeza mientras leías este artículo: tu sentido común te está diciendo la verdad.
Para finalizar, y a modo de resumen o conclusión, el cambio de enfoque, de lineal a sistémico, nos llevará a modificar el objetivo principal de nuestro trabajo: pasando de ser que nuestra empresa produzca con seguridad hacia la producción segura, entendiendo esta como el máximo nivel de productividad que podemos alcanzar sin dañar la salud de las personas, la integridad de los sistemas y el medio ambiente. Evidentemente este es un reto enorme pero desde i+3 estaremos encantados de aportarte nuestros conocimientos y experiencia para ayudarte a evolucionar en el proceso.