Una verdad como un templo: los programas de liderazgo en seguridad y salud no sirven. En los últimos años los hemos desarrollado en multitud de empresas, con más de mil personas de la dirección y cadena de mando y nuestra conclusión es clara: si no reúnen ciertas condiciones no sirven para nada, salvo rellenar expedientes. Se convierten en lo que, en argot, se conoce como Programas de Liderazgo Zombi.
Podríamos citar muchos ejemplos que hemos conocido pero el hilo argumental es bastante repetitivo: nos llaman para hacer un programa diferente, con personas o estratos diferentes porque el programa anterior no ha supuesto ninguna mejora apreciable. Tras investigar estos programas fallidos podemos darte algunas claves para evitar que tus buenas intenciones se conviertan en programas con muertos vivientes a la búsqueda de cerebros de los que alimentarse:
- No es un curso
Un programa de liderazgo debe plantearse como un proyecto de intervención que tiene diferentes fases: diseño, planificación, implantación, seguimiento, evaluación y la posterior sostenibilidad. Lleva tiempo conseguir los resultados, pero debes pensar siempre a medio / largo plazo. Es una carrera de larga distancia, no un esprint.
- Pregunta, pregunta y vuelve a preguntar
Debes tener claro para qué queremos un programa de liderazgo en seguridad y salud, qué problemas queremos resolver, qué resultados buscamos, por qué no lo hemos conseguido resolver antes y cómo mediremos el éxito. También ten en cuenta que un programa de liderazgo en seguridad y salud resuelve algunos problemas, pero no es la cura universal para todos los males que pueden aquejar a una empresa.
- Lideres y jefes
No todas las personas en un programa de liderazgo son líderes; algunos sí, pero también hay muchos responsables en la empresa a quienes se les exige liderar en seguridad. Es clave identificar los perfiles del grupo para adaptar los contenidos y estrategias.
Habrá personas motivadas éticamente (debo hacerlo), otras que lo ven como parte de su trabajo (tengo que hacerlo), personas poco motivadas y otras desmotivadas por diversas circunstancias, incluidas organizativas. El programa debe atender las necesidades de todos.
- Claridad de rol y responsabilidades
Las personas que participan en estos programas de liderazgo deben tener muy claro qué se espera de ellas; para esto puede ser muy útil definir un esquema de conductas. Nuestra experiencia nos demuestra que es especialmente recomendable que los propios participantes trabajen en la construcción de su propio esquema.
- Coherencia y apoyo
El liderazgo se demuestra haciendo, en el día a día. Muchos fracasos vienen provocados por la falta de coherencia: si activas a un grupo de personas para integrar más la seguridad en la operación y mejorar el desempeño, debes saber que, por ejemplo, los riesgos no gestionados y la falta de acción frente a riesgos conocidos tirarán por tierra lo avanzado en el programa. La gente sentirá algo así como “muy bonito sobre el papel pero, a la hora de la verdad, seguimos como siempre”
- Existen varios estilos de liderazgo: no te centres sólo en uno
Los participantes tienen que entender qué tipos de liderazgo pueden usar, cómo combinarlos y qué potencial e impacto tiene cada uno de ellos. Como mínimo piensa en tres tipos:
- Liderazgo transaccional
- Liderazgo transformacional
- Liderazgo inspirador
Es necesario entender qué contextos y personas necesitan un tipo de liderazgo u otro.
- Ponerse en marcha
Como ya hemos mencionado, los programas de liderazgo no pueden quedarse en el aula: deben llevar a los participantes a reflexionar sobre cómo vienen haciendo las cosas hasta ahora para, posteriormente, ponerse en marcha y practicar, practicar y seguir practicando.
- Mejor acompañado
El liderazgo en seguridad es colaborativo, el equipo de un líder en seguridad es clave. A las personas que queremos desarrollar cómo lideres en seguridad hay que darles herramientas y habilidades para que logren hacer partícipes a sus equipos, aprender juntos, identificar posibilidades de mejora, etc.
- Seguimiento individual, refuerzo y continuidad
El programa no finaliza en el aula o un mes después. Es indispensable que se pueda realizar seguimiento individual, revisar los objetivos alcanzados, o no, las acciones desarrolladas, las barreras encontradas…
Esto nos dará información para evitar que haya personas que se descuelguen, definiendo estrategias a tiempo para mantenerlos motivados con el proyecto. Piensa que el programa debe diseñarse pensado en darle continuidad, no hacer un gran esfuerzo inicial y “desinflarnos” después.
Seguro que durante la lectura se te han ocurrido algunas ideas más de las expuestas aquí, déjalas en los comentarios y las sumamos, nosotros aprendemos fundamentalmente de la interacción con todos vosotros, los profesionales y empresas que confían en i+3. Te dejamos aquí un par de casos de éxito en programas de Liderazgo: